domingo, 1 de octubre de 2017

Seamos francos


Llegó finalmente el 1-O, y vimos lo que creo que ninguna persona de bien quería ver hoy: hostias. Hostias everywhere. Y tensión. Y lloros. Y más hostias. El horror, que diría Marlon Brando, que no quería nadie pero todos sabíamos que acabaría pasando. No voy a entrar en el debate de si es democrático o no impedir una votación por la fuerza, partiendo de la base de que yo considero que este referéndum era una aberración antidemocrática que ignoraba los derechos de la mitad de la población catalana y que únicamente buscaba una excusa formal para proclamar unilateralmente la independencia. Tampoco en si la actuación de la policía contra una masa mayoritariamente pacífica ha sido desproporcionada o no, y es que esta "guerra" es meramente propagandística y combatirla a porrazos es entregarle la victoria en bandeja al independentismo (a los titulares de la prensa internacional me remito). Tan sólo me quiero quedar con un único detalle que me escama especialmente, y espero no ser el único cobarde equidistante que lo piensa: la gente no muere hasta que el mundo no se olvida de ella, y a Franco, entre el autoritarismo rancio de unos y el eterno victimismo de otros, llevamos 40 años sin enterrarle. Quizás por eso todo huele hoy tan jodidamente mal en este país.

PD: Yo por si acaso, lo voy diciendo ya: ¡me pido a Iniesta pal Atleti!

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