Y digo yo: ¿a qué queda reducido el fútbol como espectáculo de distracción de las injusticias de la vida cotidiana cuando éste acaba siendo igual de injusto? Tenía que bajar a Segunda el Villarreal, ejemplo de gestión y de buen fútbol durante más de una década y el equipo de uno de mis sobris, y tenía que bajar en el descuento precisamente contra mi equipo, el Atlético. Hay injusticias en el deporte que van más allá de los colores y anoche me importó tres pimientos que el Málaga se clasificase para la Champions, en lo único que podía pensar era en las lágrimas de mi sobri y en cómo me lo habría podido tomar yo si, a su edad, hubiese bajado mi Atleti. Vuelve pronto, submarino: tú estás hecho para estar en la superficie y grandes cosas aún te esperan.
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