Mucho se lleva hablando, varios años ya, del término villarato. Según la RAR (Real Academia Relañista), dícese de villarato cuando un árbitro de fútbol, ya sea a nivel nacional o europeo, beneficia voluntariamente al Barcelona o perjudica a sus rivales (especialmente al Real Madrid) en base a un dictado previo de Angel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol y del Comité de Árbitros de la UEFA, con oscuras intenciones que sólo él conoce. Este término lo hemos oido hasta la saciedad desde ambos bandos, siempre para justificar derrotas propias y desprestigiar victorias ajenas, en un ejercicio propagandístico del que Goebbles estaría orgulloso y que ha hecho que villarato se acabase convirtiendo, con el paso del tiempo un chascarrillo que despertaba una ligera sonrisa cada vez que se oía... hasta ahora. Porque esta vez no estamos hablando del lloriqueo consentido de dos clubes millonarios o de su camarilla por algo tan banal como un penalty bien o mal pitado, esta vez estamos hablando de la vida humana y de la falta de, precisamente, humanidad de la RFEF, una entidad que se presupone al servicio del deporte y sus valores más tradicionales.
El miércoles Lorca vivió el mayor terremoto que se recuerda en años en España, dejando 9 muertos (11 según Intereconomía, en fin), cientos de familias en la calle, media ciudad en ruinas y el corazón roto a miles de personas que vieron cómo la vida tal y como la conocían se venía abajo en cuestión de minutos. Entre esas personas estaban los jugadores del Lorca, que hoy tenían partido de Segunda B contra el Estepona en un campo que hoy, semiderruido, sirve de centro de acogida del ejército. Tenían partido... y lo siguen teniendo. Ni siquiera la tragedia del terremoto ha sido motivo suficiente para que la RFEF aplazara ese partido, aduciendo "problemas de calendario". Esperpéntico y del todo inhumano.
¿Tanto cuesta retrasar un partido de fútbol a estas alturas del campeonato que ni siquiera una tragedia humana como la de Lorca es motivo suficiente para ello? Y si hay que retrasar toda la competición una semana, pues se retrasa: que estamos hablando de segunda b, por dios, que dudo mucho que haya presiones de televisiones, anunciantes o entidades internacionales. Y aún así, imaginemos que en vez de un pueblo como Lorca el terremoto hubiese sucedido en pleno centro de Barcelona a apenas dos días de la vuelta de la semifinal de Champions contra el Madrid. El Camp Nou destrozado, las calles llenas de militares, los ciudadanos durmiendo en tiendas y el país entero de luto. ¿Creéis que la UEFA habría tenido los santos cojones de obligar a ambos equipos a jugar en Cornellá?
Repito, ¿tanto costaba aplazar, al menos, unos días este partido para no obligar a los jugadores de ambos equipos a pasar por este trance? Y, ya puestos, ¿qué aficionado va a tener ganas de ir al campo del Murcia a ver ese partido y a gastarse un dinero, por poco que sea, que ahora mismo le es más necesario que nunca para sobrevivir? ¿Quién va a poder disfrutar de ese partido? ¿En beneficio de quién se ha tomado la decisión de disputar este partido? De los aficionados y de los jugadores implicados no, desde luego. Esto no es deporte y no es ni siquiera negocio, así que ¿qué coño es? Que no me vengan luego los ronceros y los horcajos de turno llorando y gritando villarato cada vez que el árbitro les perjudica en un lance puntual de algo tan ridículo y sin importancia real como un simple partido de fútbol. Esto se merece las portadas de los periódicos, esto afecta a la vida humana. ESTO es el auténtico villarato.
PD 1: tras ver anoche apenas 15 minutos de programa, reconozco públicamente que soy fan absoluto de Alaska & Mario.
PD 2: pues va a resultar que existe un país llamado Azerbaiyán. En el cual hay azerbaiyanas. Ay omá.
PD 3: los sondeos indican que, pese a los gürtels, Camps no sólo ganará el 22-M en la Comunidad Valenciana sino que sacará 5
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