Hora 0: Nadie sabe cómo empezó todo, tan sólo pude ver un fogonazo en el cielo y de repente ya sólo hubo caos. El Carrefour al que había bajado a comprarme donuts de chocolate y zumo de naranja con el toque justo de azúcar para merendar fue presa del pánico: desde la calle entraban ecuatorianos locos que se abalanzaron sobre las cajeras y les mordían en el cuello. El segurata se quedó petrificado al verse superado en número, y fue el siguiente en caer. Me pareció ver cómo un par de chinos se tiraron encima suya y comenzaron a comérselo. Mi instinto me dijo que debía salir de ahí cagando leches, así que cogí una barra de pan y valientemente me dirigí a la puerta de salida, golpeando a esos seres con el pan duro cada vez que intentaban acercarse a mí. Dios mío, dejé mucha gente detrás, pero no pude ayudarles, no tuve valor. Era quedarse allí y morir o huir a un lugar seguro. Cuando salí a la calle el panorama era dantesco: decenas, quizás cientos de personas enloquecidas corriendo unas detrás de otras, persiguiéndolas... comiéndoselas. Era una escena sacada de "Amanecer de los muertos", lo cual es una locura ya que los muertos vivientes no existen... pero todo esto se le parecía demasiado. Cual niño pequeño en el tren de la bruja, eché a correr avenida arriba entre los festines antropófagos, con la suerte de que los, llamémosles, "muertos" no se percataron de mi presencia. Conseguí llegar como buenamente pude a mi portal y, tras ello, llamé al ascensor. Dios, creo que nunca se me ha hecho tan larga una espera. Podía oir cómo se iban acercando a mi portal, aunque ya no sabía distinguir el miedo de la realidad. Por fin apareció el ascensor, me metí en él y subí al noveno en un trayecto interminable. Quién sabe si en mi planta me estarían esperando mis vecinos para deglutirme en venganza por tantos botellones con música a todo volumen en horas intempestivas, pero era un riesgo que tenía que correr. Por fin se abren las puertas y... nada. Salgo corriendo, entro en mi piso y echo todos los pestillos posibles. Tras recobrar algo el aliento (qué bien me han venido estos días de hacer footing, mira tú por dónde) pongo la tele a ver si dicen algo... y no hay señal. Intento usar el teléfono y tampoco hay cobertura. Desesperado, pruebo con internet y éste sí que funciona, pero... ninguna página ha actualizado sus contenidos. Es como si el mundo se hubiese detenido. Resignado, me tumbo en el sofá y me echo a llorar esperando a que todo termine. Tras esto, me quedo dormido.
Horas 1-5: Los ruidos en la puerta me despiertan, no sé cuánto tiempo ha pasado. Es Anselmo. Mierda, me olvidé de él. Me acerco a la puerta sigilosamente mientras oigo cómo me insulta desesperadamente para que le abra. Tras hacerle varias preguntas homófobas para ver si seguía siendo humano, retiro el candado rápidamente y le dejo entrar. Joder, menuda peste a mierda, se debe de haber cagado literalmente del miedo. Me dice que ha venido corriendo desde el quinto pino, que una legión de no-muertos peruanos atacó el autobús en el que volvía de su ronda habitual de echar currículums en televisiones. El pobre tenía la rodilla a punto de reventar, es lo que tiene el instinto de supervivencia. Tras asegurarme que no tenía ninguna herida, se tumba en el sofá y hablamos sobre qué puede ser lo que ha pasado en el planeta. Se siente uno tan humilde ante hechos de esta magnitud. Quizás sea el fin del mundo y aquí estamos, haciendo el gilipollas. De todos modos, decidimos que lo más seguro es encerrarnos en nuestro piso hasta que todo esto pase... si es que pasa. Total, tenemos comida en la nevera, una play, mucho porno y películas para aburrirnos. Quizás hasta nos lo pasemos bien en nuestro pequeño búnker hasta que alguien venga a rescatarnos.
Horas 6-12: Pasan las horas y no ocurre absolutamente nada. Seguimos jugando al Pro (qué apropiado es cada vez que ahora le digo "¡Caquita, Hank!"), viendo porno y comiendo como cerdos, haciendo lo que sea para mantenernos despiertos no vaya a ser que algún vecino eche nuestra puerta abajo y decida tener una charlita con nosotros.
Hora 13: El puto Richi. Con esto no contábamos, joder. El cabronazo ha vuelto a aparecer por el piso sin avisar, y está aporreando la puerta gritando incoherencias como es habitual en él. ¿Es un zombi o es normal? No podemos correr el riesgo y, pese a que Anselmo me dice que le deje entrar, yo me niego en rotundo. Discutimos durante un buen rato... hasta que la puerta deja de sonar. ¿Era un zombi y se ha ido a otro lado en busca de comida o lo han descubierto nuestros vecinos y han acabado con él? Prefiero no saberlo. Volvemos al Pro.
Horas 14-17: Por internet descubro que desde su búnker Rajoy culpa a Zapatero de su ineptitud para resolver este asunto y que Zapatero le contesta diciendo que si ellos mandaron a las tropas a Irak, que si el Prestige, bla, bla, bla. Bueno, al menos ya sabemos contra qué nos enfrentamos. Zombis. Pero estamos TAN aburridos en el piso.
Hora 18: Recibo un sms de Ernesto: "MUERTE". No sé muy bien qué significa.
Horas 19-20: Nevera. Nuestra nevera nos ha atacado. Estúpido, estúpido, estúpido. No había caído en que nuestra nevera hacía tiempo que había muerto, y ahí la teníamos en nuestra cocina, sin hacer ruido, esperando para atacarnos en cuanto nos despistásemos. Putos cabrones del MediaMarkt, si se la hubiesen llevado cuando debían nada de esto habría pasado. Y el pobre Hank ha sido el que ha sufrido su ataque, cuando fue a la cocina a por un yogur de fresa y ésta se le abalanzó mordiéndole en un brazo. Tras muchos esfuerzos conseguimos encerrarla en la cocina, pero ahora nuestro panorama es desolador: no tenemos acceso a la comida, Anselmo ha sido mordido y, lo que es peor... ya no podemos seguir jugando a la Play porque Hank tiene un brazo incapacitado. ¿Se acabará transformando en una nevera viviente?
Horas 21-24: No me gusta cómo pinta esto, a Anselmo se le está empezando a poner cara de nevera y habla muy raro (dice nosequé de ibavelmadrielputorichi). Tenemos mucha hambre, joder, pero no podemos arriesgarnos a entrar en la cocina con la nevera zombi ahí atrapada. Quizás si le muerdo un pie a Anselmo no se dé cuenta ahora que está en estado de semishock... no, no vaya a pensarse que soy guei.
Horas 25-27: Recibimos un sms del Meca. Nos dice que ha conseguido sobrevivir todas estas horas comiendo paté y bailando bachata para mantenerse despierto, y le creemos ya que ningún zombi estaría dispuesto a hacer tanto el ridículo mandando un sms así. Nos cuenta que ha podido conseguir un coche y que se va a pirar al monte antes de que anochezca, y que si nos apuntamos para echar unos pros. Decidimos que tenemos que salir del piso ya que es sólo cuestión de tiempo que la nevera eche la puerta abajo, y no podemos estar eternamente sin comer. Además, tenemos que curarle el brazo a Anselmo (puto lastre). Por tanto, planeamos la huida con el Meca. El plan es perfecto: cuando dé la señal, nos armamos con todo lo que encontremos (las paletas de pádel no son mala opción) y bajamos corriendo al portal donde nos meteríamos en su coche y saldríamos pitando de allí. Es arriesgado, pero no tenemos otra.
Hora 28: El plan de escape ha sido todo un fracaso. Al llegar al portal, nos atacó nuestro portero y Hanky, al huir de él, se tropezó y se esnucó. Yo, tras dejar inconsciente a Rosario con la paleta de pádel, salí a escondidas a la calle para ver el desolador panorama: allí estaba el Meca, en su coche... siendo devorado por una horda de dominicanas rubias feas y culonas. Mierda, Meca, por qué te dejas engatusar. Los muertos se dieron cuenta de mi presencia y eché a correr otra vez hacia mi piso, sólo que esta vez, con las prisas, olvidé cerrar la puerta principal y ahí entraron todos los chanchitos zombi de Madrid y parte del extranjero. He podido regresar a mi piso y encerrarme en él pero no hay escapatoria posible. Oigo cómo golpean en mi puerta diciendo "serebriiiitoooos, serebriiiitoooos". O igual es el hambre que tengo, que me hace imaginarme cosas. Voy a echar un Pro.
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Tras hacerle varias preguntas homófobas para ver si seguía siendo humano xDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarTe sales :P
Por cierto, he sentido un poco de lástima por Richi. Podrías haberle salvado o algo, tío xD
Que se joda, él tampoco nos habría abierto la puerta.
ResponderEliminarjoé, desde luego, que imaginación no te falta!!!
ResponderEliminarPero es que a mi eso de los muertos que no están muertos, y de la gente que dá bocaos, com oque no me gusta nada de nada.
Yo no hubiese abierto la puerta a nadie, jijiji.
Besos.
Pensé que no terminaría de leerlo. Qué angustia! Pero no podía dejar de hacerlo... Muy bueno, Alberto.
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