"Dentro de mil años no habrá hombres ni mujeres, sólo gilipollas"
Mark Renton (interpretado por Ewan McGregor), en Trainspotting (1996)
Ocho años después de verla (concretamente desde el 10 de abril de 1999) ayer redescubrí "Trainspotting", un peliculón del cual ya apenas me acordaba. La que decían que era la nueva "La naranja mecánica" (hasta que por ahí apareció una tal "El club de la lucha") es una obra maestra de los 90, digna sucesora de la película de Kubrick tanto por la controversia que crea como por los antihéroes que la protagonizan, sin dejar de lado el aspecto estético (las escenas de la sobredosis de Mark o sus alucinaciones cuando está pasando el mono son increibles). Además que tiene esa filosofía mierdovital/tylerdurdenística que tanto nos gusta a los miembros del Comando y a la gente decepcionada con el mundo en general. Pero si un personaje es el putísimo crack de la película es el que interpreta Robert Carlyle (el protagonista de "Full Monty"), un jodido psicópata que está en contra de las drogas única y exclusivamente porque le gusta estar en plenas condiciones físicas y mentales a la hora de dar palizas a todo aquel que ose respirar cerca de él. En serio, ver a ese personaje tan tranquilo y, de repente, ver cómo en un bar un tipo se tropieza con él, le cambia el gesto de "normal" a "psycho" y comienza a darle una paliza brutal ante el asombro de sus propios compinches hizo que anoche el Winky, Ernesto y yo nos meáramos de risa ante semejante acto de ultraviolencia. Supongo que ayuda el hecho de que seamos psicópatas en potencia y de que fuéramos ligeramente doblaos. Ahora que lo pienso, hace ocho años también ví esta película drogado. ¿Las películas con altas dosis de violencia incitan al consumo de drogas, o el consumo de drogas incita a ver películas violentas? Pensad en ello, yo no lo haré.
"Hooolaholahola, hermanoseñor"
Y ayer descubrí dos cosas sobre mí mismo, las cuales me agradan bastante. Una es que tengo un don innato para manejarme en un cuarto de baño con la luz apagada y no hacer un estropicio. Y dos, que soy indestructible: ayer fui vilmente atropellado en Málaga por un coche que estaba dando marcha atrás para aparcar y no sufrí daño alguno (bueno, en realidad sólo hubo un leve roce y el coche iba a 2 kms/h, pero yo me llevé un susto, snif). Como podéis ver, Madrid me ha endurecido no sólo en el carácter sino también físicamente.
MIERDA VITAL
ResponderEliminarSé que no tiene nada que ver con el post, pero gracias. No sé qué haces, pero siempre consigues emocionarme :P Esa canción me trae muy buenos recuerdos, y ha sido mi primera sonrisa del día :****
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