Buenas. Podría escribir durante horas sobre todo el anecdotario que me ha sucedido desde el viernes, día que me instalé junto al Meca en mi nuevo piso (eso de "nuevo" es un decir, porque el piso tiene más años que yo qué sé). Y lo haré, tranquilos. Pero quiero dedicarle el día de hoy a la memoria del bueno de Eddie Guerrero.
Que quién es Eddie Guerrero, os preguntaréis. Pues un luchador, uno de los más técnicos y carismáticos (tanto de "héroe" como de "villano") que haya habido, y que era querido y respetado tanto por sus compañeros de profesión como por el público. Procedente de una larga tradición luchística en México, la historia de Eddie es una historia de superación. De un hombre que cayó en el drama de la adicción a la droga y que supo recuperarse para llegar a lograr su plenitud tanto personal como profesional, ganando el campeonato mundial de la WWE.
Tras ganar el cinturón, Eddie pasó por una mala racha al no haberse visto capaz de llevar sobre sus hombros el peso de la empresa (la audiencia bajó durante ese tiempo, aunque fue más por culpa de las malas historias que se contaban que por su esfuerzo), y cayó en una depresión. Sin embargo, nuevamente consiguió recuperarse y volvió a estar entre los más grandes.
Tanto que el 13 de noviembre del año pasado estaba previsto que luchara contra Batista (campeón de la WWE) y Randy Orton en una pelea de tres. Eddie Guerrero iba a ganar esa pelea, así se lo habían comunicado poco tiempo antes de que se disputara. Eddie estaba pletórico de alegría. Incluso habló el día anterior a esa velada con la hija del jefe, Stephanie McMahon, para decirle emocionado que "iba a ser de nuevo campeón". Lo que nadie se esperaba era lo que sucedió la mañana siguiente, día del evento: Eddie no contestaba a las llamadas del hotel y, preocupados por él, entraron en su habitación. Allí yacía muerto, tras sufrir un ataque al corazón debido a sus años de abusos de las drogas. Ahora ya estaba limpio, pero le acabaron pasando factura justo el día en que iba a ver cumplido, de nuevo, su gran sueño: ser el campeón del mundo. Dejó una viuda y tres hijas. Mierda de vida, como diría Alatriste.
Eddie, no te olvidamos.
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uN yOnKi mEnOs eN La NaCiÖn
ResponderEliminarTú eres gilipollas, y punto.
ResponderEliminareddie, yo ni te recuerdo, asi que imaginate si te digo que no te olvido, pero bueno.. La historia no está mal y si tanto se recuperó es una pena que la vida no le diera una segunda oportunidad. WOMANDARINA
ResponderEliminarvoY a mAtArtE HijO dE PuTa
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